jueves, 25 de octubre de 2012

SOLO LA EDUCACIÓN CÍVICA SALVARÁ AL PERÚ



¿El Perú está en peligro? ¡Claro que lo está! A fines de Octubre, el gobierno mantiene la economía en piloto automático, mientras insiste en un asistencialismo que solo trata los síntomas de la pobreza. La inseguridad ciudadana sigue afectando a la población y las autoridades deambulan perdidas en un mar de improvisaciones. Todos los días observamos a los traidores de la patria, caviares unos y rojos calatos los demás, alimentando el odio entre peruanos y pretendiendo detener el progreso y el desarrollo social, a vista y paciencia de un gobierno timorato y de políticos empequeñecidos por sus bajas pasiones. En este caótico escenario, el narco-senderismo continúa cobrando vidas de jóvenes militares. En Educación, una incipiente reforma se quedó a medio hacer y ha retrocedido lastimosamente. La Salud sigue ignorada y el Poder Judicial permanece cautivo por una corruptelas e impericia general. Salvo honrosas excepciones, los políticos mantienen una improductiva existencia, aunque bien remunerada. Ahora discuten sobre el indulto a Fujimori: Corruptos criticando la corrupción de siempre. Distinguidos juristas opinan que la condena judicial solo se convirtió en venganza política.

La preocupante realidad arriba descrita provoca naturalmente la búsqueda de soluciones. En el 2011  los peruanos demostramos no ser buenos electores. La mayoría de votantes conformaban tres agrupaciones progresistas, pero sus líderes, cegados por mezquinos intereses, fueron incapaces de buscar el bien común, dejando al país en manos inexpertas. Uno de esos líderes, vergonzosamente, se trepó al carro ganador.

En España el Pacto de la Moncloa de 1977 fue la tabla de salvación de un país destrozado civilmente, con una inflación del 47%, un desempleo que no se podía medir por el éxodo masivo de sus ciudadanos y con severas restricciones a la libertad de prensa. El Perú del 2011 experimentaba todo lo contrario. Y, sin embargo, los comicios se enfrentaron sin la preparación cívica que podría haber cambiado la historia que ahora vivimos.

Hace décadas que padecemos la ausencia de partidos políticos organizados democráticamente. Abundan los caudillos, a cual peor. Como se dijo, los buenos políticos son la excepción a la regla. Por otro lado, esperar que nuestra paupérrima Educación mejore, es una meta a largo plazo. Es evidente que para el 2016, las esperanzas del pueblo descansan en un Frente Democrático cuidadosamente constituido por personas competentes, con experiencia e intachable conducta. Desde luego, es imprescindible que los cuadros deben abocarse a desarrollar la organización y las reformas fundamentales para la buena marcha del país, comunicándolas al público con antelación, a diferencia de la improvisación tan característica de nuestros pasados gobiernos.

Pero hay algo que no podemos obviar para que el Frente pueda formarse. El Perú necesita urgentemente desarrollar la Educación Cívica de sus ciudadanos. La educación cívica está dirigida a fortalecer la convivencia social entre las personas, ayudándoles a ser solidarios y cooperativos con los demás. Se trata de la enseñanza de las reglas del ordenamiento. De este modo se adquiere la capacidad de interpretar información política o desarrollar un análisis crítico de la democracia y del papel de los ciudadanos. Se trata de fomentar la colaboración y participación en actividades cívicas.

La Educación Cívica actúa a diversos niveles: Organización social (familia, parentesco, matrimonio, agrupaciones), judicial (normas, derechos, deberes) y política (Estado, Constitución, elecciones). Es necesaria para lograr que los ciudadanos sean respetuosos del orden establecido y practiquen la moral y el patriotismo. Claro está que estos principios son harto conocidos por la mayoría de la población, pero no se practican. Es como pertenecer a  una religión solo de nombre. Si los incultos no obedecen las señales de tráfico, el resto hace lo mismo; si aquéllos botan basura en la calle, éstos también lo hacen. La prensa, oral, escrita y televisiva, debería liderar campañas de civismo a nivel nacional.

Mientras la Educación de las siguientes generaciones mejore, nuestro civismo hará la diferencia. Trabajemos y apostemos todos por el Perú. Esto no es utópico. Ocurre en países avanzados, donde la limpieza y el respeto aparecen por doquier. En las calles, nadie arroja basura. El tráfico es fluido y obedece las señales de tránsito, protegiendo al peatón y al ciclista. La gente camina segura. El transporte respeta los horarios. Los servicios funcionan con eficacia y prontitud. Todos pagan sus impuestos. La diferencia la marca la ciudadanía.

En conclusión, mejorando nuestra Educación Cívica, podríamos optar por un Pacto Ciudadano para corregir los errores del pasado reciente y evitar que nuestro país retroceda a épocas a las que nunca debe volver. Así, llegadas las elecciones, tendremos el gobierno que merecemos. Ojalá hayamos aprendido la lección. Nuestra descendencia nos estará profundamente agradecida.