miércoles, 28 de noviembre de 2012

A la Opinión Pública: Reforma de la Salud - 2013


El documento "A la Opinión Pública: Reforma de la Salud en el Perú - 2013" acaba de ser actualizado y revisado. Creemos que esta versión es la mejor lograda. Tiene 39 páginas y 78 referencias bibliográficas y esperamos editar un pequeño libro de este material. Por ahora, ofrecemos un link abajo para acceder al trabajo, el cual también aparece en mi página web www.jorgeuceda.org

A la Opinión Pública: Reforma de la Salud en el Perú - 2013A la Opinión Pública: Reforma de la Salud en el Perú - 2013

jueves, 25 de octubre de 2012

SOLO LA EDUCACIÓN CÍVICA SALVARÁ AL PERÚ



¿El Perú está en peligro? ¡Claro que lo está! A fines de Octubre, el gobierno mantiene la economía en piloto automático, mientras insiste en un asistencialismo que solo trata los síntomas de la pobreza. La inseguridad ciudadana sigue afectando a la población y las autoridades deambulan perdidas en un mar de improvisaciones. Todos los días observamos a los traidores de la patria, caviares unos y rojos calatos los demás, alimentando el odio entre peruanos y pretendiendo detener el progreso y el desarrollo social, a vista y paciencia de un gobierno timorato y de políticos empequeñecidos por sus bajas pasiones. En este caótico escenario, el narco-senderismo continúa cobrando vidas de jóvenes militares. En Educación, una incipiente reforma se quedó a medio hacer y ha retrocedido lastimosamente. La Salud sigue ignorada y el Poder Judicial permanece cautivo por una corruptelas e impericia general. Salvo honrosas excepciones, los políticos mantienen una improductiva existencia, aunque bien remunerada. Ahora discuten sobre el indulto a Fujimori: Corruptos criticando la corrupción de siempre. Distinguidos juristas opinan que la condena judicial solo se convirtió en venganza política.

La preocupante realidad arriba descrita provoca naturalmente la búsqueda de soluciones. En el 2011  los peruanos demostramos no ser buenos electores. La mayoría de votantes conformaban tres agrupaciones progresistas, pero sus líderes, cegados por mezquinos intereses, fueron incapaces de buscar el bien común, dejando al país en manos inexpertas. Uno de esos líderes, vergonzosamente, se trepó al carro ganador.

En España el Pacto de la Moncloa de 1977 fue la tabla de salvación de un país destrozado civilmente, con una inflación del 47%, un desempleo que no se podía medir por el éxodo masivo de sus ciudadanos y con severas restricciones a la libertad de prensa. El Perú del 2011 experimentaba todo lo contrario. Y, sin embargo, los comicios se enfrentaron sin la preparación cívica que podría haber cambiado la historia que ahora vivimos.

Hace décadas que padecemos la ausencia de partidos políticos organizados democráticamente. Abundan los caudillos, a cual peor. Como se dijo, los buenos políticos son la excepción a la regla. Por otro lado, esperar que nuestra paupérrima Educación mejore, es una meta a largo plazo. Es evidente que para el 2016, las esperanzas del pueblo descansan en un Frente Democrático cuidadosamente constituido por personas competentes, con experiencia e intachable conducta. Desde luego, es imprescindible que los cuadros deben abocarse a desarrollar la organización y las reformas fundamentales para la buena marcha del país, comunicándolas al público con antelación, a diferencia de la improvisación tan característica de nuestros pasados gobiernos.

Pero hay algo que no podemos obviar para que el Frente pueda formarse. El Perú necesita urgentemente desarrollar la Educación Cívica de sus ciudadanos. La educación cívica está dirigida a fortalecer la convivencia social entre las personas, ayudándoles a ser solidarios y cooperativos con los demás. Se trata de la enseñanza de las reglas del ordenamiento. De este modo se adquiere la capacidad de interpretar información política o desarrollar un análisis crítico de la democracia y del papel de los ciudadanos. Se trata de fomentar la colaboración y participación en actividades cívicas.

La Educación Cívica actúa a diversos niveles: Organización social (familia, parentesco, matrimonio, agrupaciones), judicial (normas, derechos, deberes) y política (Estado, Constitución, elecciones). Es necesaria para lograr que los ciudadanos sean respetuosos del orden establecido y practiquen la moral y el patriotismo. Claro está que estos principios son harto conocidos por la mayoría de la población, pero no se practican. Es como pertenecer a  una religión solo de nombre. Si los incultos no obedecen las señales de tráfico, el resto hace lo mismo; si aquéllos botan basura en la calle, éstos también lo hacen. La prensa, oral, escrita y televisiva, debería liderar campañas de civismo a nivel nacional.

Mientras la Educación de las siguientes generaciones mejore, nuestro civismo hará la diferencia. Trabajemos y apostemos todos por el Perú. Esto no es utópico. Ocurre en países avanzados, donde la limpieza y el respeto aparecen por doquier. En las calles, nadie arroja basura. El tráfico es fluido y obedece las señales de tránsito, protegiendo al peatón y al ciclista. La gente camina segura. El transporte respeta los horarios. Los servicios funcionan con eficacia y prontitud. Todos pagan sus impuestos. La diferencia la marca la ciudadanía.

En conclusión, mejorando nuestra Educación Cívica, podríamos optar por un Pacto Ciudadano para corregir los errores del pasado reciente y evitar que nuestro país retroceda a épocas a las que nunca debe volver. Así, llegadas las elecciones, tendremos el gobierno que merecemos. Ojalá hayamos aprendido la lección. Nuestra descendencia nos estará profundamente agradecida.

viernes, 3 de agosto de 2012

La ley de los promedios


El Perú de hoy presenta una situación política nebulosa como el cielo limeño, sin nada que festejar y con esa permanente desazón de incertidumbre, de no saber a dónde vamos, siempre temiendo lo peor a la vuelta de la esquina. Las fiestas patrias pasaron sin pena ni gloria. El discurso presidencial del pastor Cipriani fue lo único rescatable.

Ha transcurrido un año de este nuevo gobierno, en que se ha demostrado lo improvisados que estaban. Ahora confiesan que están aprendiendo a gobernar. Así somos los peruanos, facilitos de engañar. Casi todos ahora declaramos que la inseguridad ciudadana es el peor de nuestros males. El gobierno se jacta de su política asistencialista como si ello fuera a corregir las desigualdades. Mientras tanto, grupúsculos de delincuentes terroristas andan sembrando la discordia y el anti-sistema ante la vista y paciencia de un gobierno desprovisto de visión y manejo y con una evidente incapacidad para preservar el imperio de la ley.

La ausencia de reformas no es nada nuevo en este país. Sin embargo, el trabajo de una década para iniciar aires reformistas en educación, que devino en el establecimiento de la Carrera Pública Magisterial -algo fundamental para atacar la raíz de una desastrosa pedagogía nacional- ha sido detenido por una ministra torpe e irresponsable, con el traicionero apoyo de un gremio dominado  por ideologizados resentidos sociales.

Estas y muchas otras señales alarmistas nos llevan a examinar las últimas elecciones generales,  origen de la situación actual. Las candidaturas "progresistas" se torpedearon entre sí, haciéndole el juego a las dos que las derrotaron en las urnas. Un famoso novelista peruano-español había catalogado a los dos grupos victoriosos como el cáncer y el sida, para luego descaradamente apoyar a uno de ellos agitando banderitas de mal perdedor. Y otro sujeto, ex-presidente despreciado por gran parte de la población, afirmó que votar por el eventual ganador era "dar un salto al vacío", para seguidamente realizar el salto, zurrándose en quienes votaron por él. El candidato anti-sistema recibió un escandaloso soporte económico de Venezuela y Brasil gozando de una total impunidad, gracias a un timorato poder electoral. Durante doce meses hemos asistido a un Estado en piloto automático, con un presidente que incendiaba la pradera como candidato y hasta hoy no se puede acomodar en la ancha silla en la que le tocó sentarse. Eso sí, recordaba a otro candidato que le decían el mudo y que en este país de sordos le iba bien. Por ello, y como no sabe hablar y no tiene mucho que decir, ha seguido ese ejemplo. Los conflictos sociales que este presidente alentó le hacen ahora la vida imposible. Conga, el peor de todos, ha detenido el progreso del país, única manera de lograr la tan mentada inclusión social. Luego de un tercer Gabinete Ministerial, el Congreso cambió su presidente, cuya nefasta actuación fue desaprobada por 80% de la población. La oposición presentó una lista que encabezaba una lideresa del partido perdedor de la segunda vuelta pero, oh sorpresa, un grupo de progresistas también se subió al carro oficialista y la mini oposición perdió.

Hagamos, pues, cuentas:

            Primera vuelta: Gana Perú 31%, Fuerza 2011 23%, APGC 18%, PP 15%, SN 10%

            Segunda vuelta: Gana Perú 51.5%, Fuerza 2011 48.5%

Como se ve, tres candidaturas afines totalizaron un 43%  de electores, pero por su irresponsabilidad y gran torpeza política, perdieron el carro de la historia y dejaron al país en manos incapaces. Un año después, es evidente que elegimos mal. A un poder ejecutivo improvisado y generalmente incapaz, se le sumó un desastroso poder legislativo lleno de corruptos y con una oposición, salvo honradas excepciones, más bien mediocre y permisiva. Lo más preocupante es que nuestro ejemplar desarrollo tiende a estancarse. La minería y la agro exportación están en la mira de los radicales ante la inacción del gobierno que no puede ejercer autoridad y hacer respetar la ley. El problema es que nadie sabe cómo el Perú enfrentará los próximos cuatro años, especialmente si nos vamos a ver envueltos en la crisis económica mundial. En estos momentos, la educación pasa por grandes problemas motivados por marchas y contramarchas que han originado una moción de interpelación a la ministra por la bancada de Fuerza 2011. Aquí es donde recordamos la ley de los promedios.

Según la ley cinética, una onda no puede mantenerse rígida, sino que sigue un movimiento de flujo y reflujo; esto explica como toda acción genera una reacción, lo cual ocurre en todo orden de cosas. Ante la inercia política del gobierno, la iniciativa parlamentaria de Fuerza 2011 es la onda reactiva que puede hacer levantar al peruano pensante, para que recuerde que la gran mayoría no votó por las ideas trasnochadas del llamado "partido nacionalista". Ha llegado la hora de velar por nuestra patria. Recuerden las palabras del Presidente Kennedy a su pueblo: "No preguntes qué puede hacer el país por ustedes; más bien pregunten qué pueden hacer ustedes por su país". Rescatemos el verdadero orgullo nacional y velemos por el crecimiento y desarrollo del Perú. Defendamos la Minería, la Agro-exportación, la obtención de puestos de trabajo. Cuidemos la educación de nuestra niñez. Iniciemos una reforma verdadera de la salud. Castiguemos la corrupción, la delincuencia y el narcotráfico. Subamos el volumen de la prensa honesta y  responsable. Es necesario que nuestra mayoría levante su voz. Desterremos a los pusilánimes.

Ahora nos toca correr la onda positiva.   

domingo, 29 de julio de 2012

Lectura de Ollanta Humala ante el Congreso el 28 de Julio del 2012

Durante dos horas, algunos peruanos escuchamos al presidente su discurso por fiestas patrias. Muchos encendieron sus televisores para ver qué pasaba en la copa movistar mientras otros preferían deleitarse con los logros de los mejores deportistas del planeta en la ciudad de Londres. ¡Pobre Perú! ¡Qué diferencia con la intervención de Fernando Belaunde Terry de 1963, cuyo discurso fue una joya oratoria sin papel que leer, tan solo con la exhibición de un profundo conocimiento del Perú!

Y así, seis décadas más tarde, tenemos el presidente que nos merecemos...y un "primer ministro dialogante". Y una vergonzosa bancada congresal con un presidente elegido con los votos de  representantes del partido popular cristiano, alianza por el gran cambio, acción popular, perú posible  y solidaridad nacional, traidores de la voluntad popular que los eligió para fiscalizar a los improvisados y corruptos y no para mendigar puestos en la mesa directiva y comisiones. Todos fueron testigos de un discurso paporretero y demagogo. ¡Qué fácil es hablar de cifras sin tener que presentar las pruebas! Al escuchar infinidad de cifras, unos aplaudían y los vecinos los imitaban. Así, el lector llegó a  la parte donde anuncia, muy suelto de huesos, que "todos los peruanos recibirán tratamiento gratis contra el cáncer". Nadie supo de donde iba a salir el dinero, pero había que aplaudir, no más. Al menos no prometió que el tratamiento iba a ser de calidad. Pero no contento con eso, se mandó a decir que se realizarán trasplantes de médula ósea para adultos y hasta para niños. ¿Sabe alguien que el valor de estos procedimientos cuestan alrededor de 100,000 dólares cada uno? Lo que importaba era seguir ocultando la falta de un plan de salud coherente. No basta con ofrecer mejores sueldos fuera de la capital. La reforma de la salud es mucho más compleja y sigue sin formularse.
Mucho se habla de los programas sociales y la inclusión, pero más importante que el asistencialismo es cuidar la economía para impedir que frene su crecimiento, que es lo que desea esa lacra de extremistas que continúan sus actividades delictivas con total impunidad. Nada dijo el lector sobre este tema. Nada dijo sobre el problema con el proyecto minero más importante que tenemos pero que anda meses parado, a pesar que la mayoría del pueblo de Cajamarca se pronunció a favor. El oro de Cajamarca pertenece a todo el país, pero una camarilla de indeseables se ha dado el lujo de poner en jaque al mismo gobierno.
Fue, pues, indignante escuchar y leer a periodistas más o menos respetables, estar de acuerdo con que su presidente no habló de Conga. ¿A qué profundidades ha caído el país? ¿De qué estamos hechos los peruanos? Esto hubiera ocasionado una tremenda crisis política y social en ciudadanos de países como Estados Unidos, Inglaterra, Chile (la lista es larga), donde reina el civismo y campea el orgullo nacional.
No importa que más dijo Humala en el Congreso. El análisis general ha sido variopinto, para todos los gustos. Es como si la selección chilena nos hubiera goleado una vez más. Total, ya los peruanitos estamos acostumbrados. ¡Cuánto me hubiera gustado tu opinión, Andrés Bedoya Ugarteche! Muchos de tus lectores no se han repuesto de tu pérdida.

lunes, 23 de julio de 2012

¿Operativo de salud por la Contraloría?


Esta semana, la Contraloría General de la República realizó un llamado "operativo de salud" para verificar la calidad del servicio a pacientes de hospitales públicos. 50 auditores supervisaron los hospitales Rebagliati, Almenara y Loayza. La noticia es una muestra mayor de la improvisación de este gobierno. ¿Desde cuándo una entidad pública que supervisa la legalidad de la ejecución del presupuesto del Estado, de las operaciones de la deuda pública y de los actos de las instituciones sujetas a control, tiene la capacidad o autoridad de velar por la calidad de la salud?

En mi trabajo sobre Reforma de la Salud en el Perú (pag 18 en www.jorgeuceda.org), afirmo la ausencia de una entidad que controle y acredite a los centros hospitalarios, públicos o privados, lo que explica la falta de información de sus resultados terapéuticos, a corto o largo plazo. En Estados Unidos, esta labor es provista mayormente por la Joint Commission on Accreditation of Hospitals.

La Acreditación es la forma más difundida de evaluación de la calidad en el ámbito sanitario. Hace un siglo, en los Estados Unidos, la acreditación de escuelas médicas fue el resultado del Informe Flexner de 1910 y el trabajo pionero de Ernest Codman originó el primer standard para hospitales en 1919. Codman fue un ortopedista graduado en Harvard y ejercía en el Massachussets General Hospital; a pesar de considerable resistencia por sus colegas, logró aplicar su Teoría de Resultados Finales para iniciar la reforma hospitalaria. El sostenía que cada hospital debiera seguir a cada paciente durante un tiempo suficiente como para establecer si el tratamiento fue exitoso o no. También abogaba que tal información debería ser pública, de manera de guiar a los pacientes en su elección de profesionales y establecimientos asistenciales. El Programa de Estandarización de Hospitales del Colegio de Médicos Americanos, que seguía los postulados de Codman, dio origen en 1951 al Joint Commission on Accreditation of Hospitals, con el auspicio adicional de la Asociación Americana de Hospitales, la Asociación Médica Americana y la Asociación Médica Canadiense.

En la actualidad, el Joint Commission funciona en la mayoría de los Estados de la Unión y está liderado por once ejecutivos con amplia experiencia en salud pública, manejo financiero, calidad de atención médica, seguridad del paciente, resultados basados en evidencias e informática. La mayoría ocupan cátedra en importantes universidades. La organización realiza inspecciones cada tres años y el autor es testigo de la diligencia de los hospitales americanos en preparación a tales visitas. Nuestros hospitales están muy lejos de poder aprobar tales operativos. El anuncio periodístico me dio pena. La población merece mucho más.